Esta pandemia es una tragedia humana y un tsunami que golpea la economía global: obliga a cerrar fabricas, aislar comunidades, interrumpir los viajes y los intercambios globales. Esta disrupción ha de provocar sin dudas una caída de las emisiones de gases de efecto invernadero, lo que no debe sorprender, dada el desplome actual y esperada del nivel de actividad global y nacional.
Cuando llegue la recuperación, debe evitarse que esta se haga estimulando la economía mediante paquetes de inversión, especialmente en infraestructuras, que persistan en las opciones intensivas en carbono y aumenten la contaminación, en especial la polución del aire, que ya causa mas de 5 millones muertes prematuras a escala global.
Si el coronavirus deja algunas enseñanzas, dos al menos son criticas: la importancia de la cooperación internacional y el valor de poder respirar aire puro.